NUESTRA HISTORIA
El Hogar San Pedro es una Institución de caridad sin fines de lucro, fundada por el P. Eusebio Menard el 5 de agosto de 1979 respondiendo a una realidad de por sí cruda respecto al abandono de la sociedad de niños, jóvenes y adultos de la tercera edad de extrema pobreza. Se inspiró en medio de su recorrido en un indigente al que puso el nombre de Juan Bosco por encontrarlo en el frontis del templo del mismo nombre en Moyopampa -Chosica.
Como esta historia son miles las vividas a lo largo de estos más de 40 años de servicio a los más vulnerables de la sociedad peruana en donde la caridad en su más excelsa expresión se hacen patentes en el día a día .
Desde sus inicios se consideró un lugar formativo en todo aspecto en donde aquel que visita sus instalaciones al cabo de terminada su experiencia sale cuestionándose por lo mucho que le ha dado la vida a pesar de los infaltables problemas y se considera privilegiado por lo recibido hasta el momento sobre todo en salud. Muchos de nuestros pacientes a lo largo del tiempo han compartido con nosotros sus vivencias -desgarradoras en muchos de los casos en donde la indolencia de la sociedad y la indiferencia de los suyos han sido protagonistas. Muchos de ellos en su momento abandonados a su suerte encontraron en el Hogar San Pedro un refugio para poder dignificarse como seres humanos, muchos de ellos se reintegraron a la sociedad y hoy son personas de bien, otros encontraron en el Hogar San Pedro un lugar y permanecen con nosotros como parte de nuestra gran familia.
La providencia en la figura de nuestros colaboradores y personas de buena voluntad hacen posible que hasta hoy, a pesar de las difíciles circunstancias económicas el Hogar San Pedro ofrezca este servicio de amor en su máxima expresión. Personas que se sienten identificadas con nuestra labor y ven en directo nuestras necesidades se sienten comprometidas con la misión del Hogar, muchas veces desde lugares recónditos incluso que traspasan nuestra fronteras geográficas.
A lo largo de nuestra historia hemos recibido pacientes en estado de abandono en condiciones muy precarias y en muchos de los casos desahuciados. Los constantes cuidados y la preocupación por parte de esta gran familia han posibilitado hermosas historias de amor que enriquecen el alma y robustecen el ser de cada uno de sus protagonistas. Consideramos por ello que nuestra obra más que un refugio es un lugar de esperanza en donde sale lo mejor del ser humano sobre todo con el que sufre y el que muchas veces por las circunstancias se siente indefenso y vulnerable.
Al terminar estas líneas es difícil no conmoverse con está labor -como todo lo bueno- complicada pero a la vez enriquecedora y en la que nos invita a reflexionar sobre la vivencia de buena parte de nuestra sociedad y el mundo en general. Cuan importante es la salud – muchas veces no le damos la importancia del caso – y también el amor de la familia. Cuando escasean alguno de ellos o ambos a la vez nos hacemos a pesar de la tenencia material vulnerables en todo sentido.
Te invitamos de corazón a experimentar esta obra de amor y así te verás reflejado en los que más necesitan y que muchas veces por las circunstancias de la vida nadie se exime de este proceso.